El artista cartagenero Enrique Grau pintó el cuadro de Shakira en el
2001, cuando la intérprete barranquillera empezaba a despuntar como la
gran revelación del mercado de Estados Unidos, donde lanzó el disco
Laundry Service, que vendió más de quince millones de copias.
Aquel éxito espumoso, que le permitió un sitial importante en los
listados de la revista Billboard, logró cautivar el interés de dos
grandes intelectuales de Colombia: Gabriel García Márquez y el maestro
Grau. El primero le dedicó una crónica ágil y envolvente, y el segundo,
fiel admirador del movimiento de caderas de la barranquillera, se
internó en su taller y como resultado dejó un cuadro lúdico y de colores
estridentes.
Tres años después, Enrique Grau murió y la obra pictórica en honor a su
coterránea quedó conminada a un rincón de su casa museo, en el norte de
Bogotá. “Como Shakira no pudo posarle, el maestro se inspiró en una
serie de fotografías que vio en varias revistas de farándula”, dijo un
vocero de este organismo cultural. Los años pasaron y sus directivos
intentaron acercarse a la cantautora con el objetivo de que ella
reclamara el lienzo personalmente, por solicitud del pintor, quien murió
en el 2004. En una ocasión, la asistente de los padres de la artista
sugirió que la obra fuera enviada a Barranquilla, pero los funcionarios
del museo se opusieron por las razones expuestas anteriormente.
Hace unas semanas, la intérprete del Waka Waka revisó su agenda con la
intención de visitar el país para recibir este cuadro, que tiene un
valor más sentimental que comercial. No en vano, las personas que han
estudiado la prolífica obra del pintor y escultor lo definen como una
gran muestra de amor de Grau hacia Shakira.
Fuente: Jet Set
jueves, 8 de noviembre de 2012
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