La cantautora colombiana escribe para EL TIEMPO sobre inclusión de la niñez en construcción de paz.
Agradezco a Juanes por invitarme y tener el honor de escribir esta columna.Hoy
tenemos una gran oportunidad para que la juventud y los niños puedan
ver, por fin, una Colombia en paz. La paz se construye con la voluntad
de las personas que cuentan con las herramientas para lograrla, y estoy
convencida de que el medio más eficaz para obtenerla, cultivarla y
sostenerla es invirtiendo en educación.
La educación construye las bases para
formar ciudadanos competentes y tolerantes. De ahí la importancia de
aunar esfuerzos para lograr una educación de calidad para todos; una
educación que les dé la posibilidad a nuestros niños, niñas y jóvenes de
crecer felices, aprender de nuestros errores históricos y transformar
el mundo.
Aproximadamente 70 millones de niños en el
mundo no tienen acceso a una educación primaria de calidad: esto sólo
puede ser sinónimo de hambre, desigualdad, violencia, discriminación y
pobreza.
La educación es, sin duda, la solución más
accesible. Lo digo porque lo he visto en los procesos de intervención de
la Fundación Pies Descalzos, y quiero contárselo a través de uno de
estos casi 7.000 niños que han pasado por las escuelas de la Fundación.
Juan Carlos, un niño que llegó al barrio de
invasión La Victoria, en Quibdó, con su madre y su pequeña hermana,
luego de sufrir el desarraigo de su pueblito natal, tuvo que enfrentarse
a una cruda realidad, llegar a la capital chocoana a vivir en un barrio
conformado por personas desplazadas de Bojayá, en el Atrato medio.
A los 10 años ya era responsable de su mamá
y su hermana; él, al igual que todos los niños de su comunidad, no
tenía posibilidad de educarse, porque no existía ninguna escuela allí.
Gracias al apoyo del vecindario, comenzaron a reunir a los niños en las
casas y en las calles, para enseñarles a leer y a escribir, y a este
grupo se unió Juan Carlos.
En el 2004 llega la Fundación Pies
Descalzos a esta comunidad, y comenzamos la construcción de una escuela
en medio de todas las dificultades que presenta una región tan alejada
de las grandes urbes.
En el 2005, Juan Carlos, al igual que otros
500 niños, pudieron sentarse en un aula de clase, con su propio
pupitre, una maleta con cuadernos, materiales, un almuerzo y merienda
diarios, que le permitieron empezar a pintar su mundo de colores.
Muy rápido se hizo responsable del grupo de
comunicaciones que había en su escuela, apoyó a otros niños en jornadas
extraescolares para mejorar su aprendizaje; y hoy, con gran alegría,
puedo decir que fue un niño al que la educación salvó de la guerra y de
la degradación humana. Hoy estudia medicina en Medellín, y nunca deja de
pensar de qué manera apoyar a su escuela y a su pequeña comunidad.
Esta historia, entre tantas miles, me
permite reafirmar que la inversión en primera infancia y en educación de
calidad universal son la senda del éxito para la paz. Como lo dice el
presidente (de Israel) Shimon Peres: "Uno de los cinco pilares para el
cambio es la educación". Educación para la prosperidad es educación para
la paz. Porque un niño que vive rodeado de pobreza, lejos de la
escuela, tiene 10 veces más posibilidades de ser reclutado por la
milicia que un niño que va a la escuela.
Después de 50 años de huellas imborrables
de dolor, está en manos de todos que en este paso histórico marquemos un
antes y un después en Colombia, y los invito a que nos embarquemos en
este proceso de paz y que juntos ayudemos a lograrlo.
Este es el momento para construir la
Colombia en cohesión próspera, segura y fuerte que nos merecemos y que
siempre hemos soñado. Mi interés es contribuir a crear los medios para
asegurar el acceso de los más vulnerables a una educación digna, alegre,
equitativa, protectora y acogedora, que cultive la solidaridad y el
deseo de soñar. Hagamos partícipes a nuestros niños, niñas y jóvenes de
la construcción de la paz, puesto que tienen mucho que aportar y
enseñarnos.
SHAKIRA MEBARAK
Para EL TIEMPO
*Cantautora y creadora de la Fundación Pies Descalzos.
Fuente: El Tiempo
domingo, 23 de septiembre de 2012
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