De Barranquilla a Los Ángeles sin parar de mover las caderas. La estrella de Shakira ya brilla en el Paseo de la Fama de Hollywood. Escrito en letras doradas y sobre una estrella de granito rosa, un reconocimiento del que solo gozan los artistas más universales. Como ella, que ha logrado contagiar a medio mundo su ritmo y sus sensuales coreografías. Aunque en esta ocasión dejó sus armas de guerrera en casa y acudió de lo más formalita, vestida con un pantalón negro y una chaqueta entallada blanca. Ni rastro de los tops dorados y los pantalones de cuero que suele gastar.
Shakira estaba eufórica, tanto que no se lo pensó dos veces y se tumbó sobre su estrella. La primera que dedican a una colombiana. Y quiso compartirlo con todos los latinoamericanos emigrados a Estados Unidos «por ese espíritu inquebrantable que nos caracteriza, ese espíritu que sobrepasa todas las dificultades siempre con una sonrisa. Yo creo que todos venimos al mundo con una estrella, con un talento y con un don y luego más adelante nacen los sueños. Para ustedes es esta estrella».
La primera vez que Shakira visitó el Paseo de la Fama tenía siete años. La acompañaba su madre, Nidia Ripoll, quien tuvo un presentimiento: sabía que un día su hija iba a tener el nombre allí grabado. «Creo que si alguien hubiera escuchado a mi mamá decir eso habría pensado que estaba delirando», explicaba después de descubrir su estrella, la número 2.454.
Nidia no quiso perderse este día tan feliz. Ni ella, ni su padre, William Mebarak, que no se separaron de la cantante ni un segundo. Al que se echó de menos es al futbolista Gerard Piqué, su novio, que tenía compromisos profesionales. Lo que está claro es que es una pareja con estrella.
Fuente: Eldiariomontanaes
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